Sentado frente a un anís en copa
en cáliz de plata tu néctar sorbí
y copón bendito que mi ansia me arropa
de un rojo deseo que me hace morir.
Tu boca me toca crispándome todo
mis ansias se enredan con tu frenesí
hambrientos los sexos, sedientos galopan
fundido en tu cuerpo, me inflamo ante tí.
Mis manos galopan hacia tus adentros.
Tu sombra gozosa se abre ante mí.
Penetro en tu cueva y descubro el secreto
que hace que pierdas control sobre tí.
Tus húmedos pétalos rezuman veneno
que entra en mi sangre queriendo salir.
La mente se nubla. ¡ El pulso se aloca!
Y el verso explosiona en tu verbo sin fin.
¡ Ay, Burundanga del alma querida,
si faltas me dejas con mono de ti!
Adicto a tus besos, te busco perdida,
de una sobredosis yo quiero morir.