Sobre el junco cristalino
del alféizar como sueña,
hila que te hila hilando,
hilo y huso, la hilandera.
Un capricho de alfaguaras
prendido en la blusa lleva
y un corpúsculo de luna
en el pelo de diadema.
Enfrente de la ventana
hay un bar de centinela
con los ojos puestos en
un tobogán de quimeras.
La bella moza se sabe
diana del amor en venta.
Más omisa hila que sueña
con un trébol de cometa.
Un carámbano de nieve
en la flor del agua riela.
Al compás, refleja el mar,
lumbres de sal, con sus crestas
Los faroles de la plaza
difuminan las tinieblas
entre cítaras de sombras
deformadas y siniestras.
La luna sigue a lo suyo,
tras el cristal, hila y sueña
con los ojos en la mar
y la barca entre la arena.
De pronto, oculto en el viento
un tambor requetesuena,
como cántaro que rompe
con redobles de trompeta.
En la tasca del silencio
se ajustan las viejas cuentas
descorchadas con el filo
sepulcral de unas botellas.
De la cima de la luna
baja un cáliz de violetas.
Un halo de luz dispara
una ráfaga de espuelas
que derraman sobre el viento
chorros de chispas violentas.
Una cúpula de espuma
se levanta tras las rejas
y un relámpago de muerte
penetra por las tinieblas.
La plaza se queda a oscuras
y la noche sin estrellas.
Los aljerifes de plata
el toro del mar cornea.
Hacia arriba con orgullo.
Hacia abajo con vergüenza.
¿ Dónde vas, flor de azahar,
reina de las hilanderas,
sin el broche de alfaguaras
montada en tu jaca negra?
Voy camino de la mar
sobre la crin de la cresta
donde pueda al fin soñar
que nunca más te despiertas.
Sobre el junco cristalino
del alféizar, ya no sueña,
ni hila que te hila hilando,
hilo y huso, la hilandera.