Un soneto perfecto tengo en mente,
bien medido en su métrica y rimado
candencioso en su ritmo y orquestado
en paladar refinado y exigente.

Un soneto hecho a gusto del oyente
cuán presente, ofrecido y regalado.
Académico el verso engominado,
por la clásica rigidez regente.

Mi pluma nunca fué grandilocuente
ni hubo nunca maneras de estirado.
Libre era, uno más entre la gente

y ando ahora con el verbo trastocado
enfundando las rimas como a un diente
y a disgusto me encuentro encorsetado.

Al cambio ignoro si perdí o he ganado
más me siento de mí mismo disidente
y a la luz de otra vela encadenado.